Negrita y subrayado de medioambiente sol
Durante estos días los medios de comunicación españoles se han hecho eco de una noticia que ha sobresaltado a los consumidores españoles: durante los peores días de la ola de frío, el precio de la electricidad en España se ha incrementado un 50%. Al margen de cómo se acabe trasladando al consumidor la subida del coste de la electricidad mayorista, ese súbito incremento, justo en un momento de mayor vulnerabilidad de la demanda, ha sido interpretado por muchos como un nuevo episodio de latrocinio causado por la tradicional codicia de las grandes compañías eléctricas: se aprovechan de la necesidad, dicen los compadres y las comadres, para subir precios y así hacer su agosto en pleno enero. Y si bien es cierto que las eléctricas españolas no gozan precisamente de muchas simpatías, tampoco las mías, por sus repetidas prácticas oligopólicas y su capacidad para distorsionar el mercado (dictando al legislador, según dicen las malas lenguas, la regulación que luego se acaba imponiendo y que destruye la competencia de los pequeños productores), en el caso concreto que nos ocupa concurren otras circunstancias que convendría tener muy en cuenta, si se quiere comprender no sólo lo que ha pasado estos fríos días del comienzo de enero, sino lo que probablemente va a pasar con una frecuencia cada vez mayor a partir de ahora. Para ello es preciso ir más allá del chascarrillo fácil y comprender que una parte importante de lo que pasa tiene que ver con el proceso de declive productivo de los recursos naturales no renovables que ya ha comenzado y que se irá manifestando con más fuerza a medida que pasen los años. Un punto de vista éste – el del declive energético de nuestra sociedad – raramente abordado en los medios, pero fundamental si queremos entender y saber reaccionar. Con este post inauguro una nueva serie, «Descendiendo desde el cenit», en la cual analizaré fenómenos que se desarrollarán durante estos primeros años después del cenit del petróleo, y trataré de mostrar hasta qué punto son una consecuencia lógica e inevitable del descenso energético y particularmente de la caída de producción del petróleo, carbón, gas natural y uranio.
Imprescindible Lee aquí en su fuente original el texto completo
Me gusta esto:
Me gusta Cargando...