Decenas de organizaciones medioambientales, sociales y sindicales han realizado actos públicos en Bruselas, Madrid, Roma, Berlín y París como lanzamiento de la recogida de firmas para la Iniciativa Ciudadana Europea (ICE) [1] que persigue prohibir el glifosato, mejorar la evaluación de los riesgos de los plaguicidas y reducir el uso de plaguicidas tóxicos en la Unión Europea (UE).
En Madrid Ecologistas en Acción, Amigos de la Tierra, Comisiones Obreras, FODESAM, Fundación Alborada y Vivo Sano han llevado a cabo una acción simbólica de protesta en la cual activistas con disfraces de tomates, berenjenas, maíces e insectos han sido “atacados” en el emblemático monumento del Oso y el Madroño por el glifosato. Esta acción supone el pistoletazo de salida para la recogida de firmas, que debe ascender a un millón para conseguir que la Comisión Europea escuche la demanda.
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El glifosato está en todas partes. Está en nuestros campos, en nuestros platos y en nuestros cuerpos. Además de los impactos negativos en la salud humana, el glifosato –como parte de los herbicidas de amplio espectro– está influyendo en el colapso de biodiversidad que estamos experimentando, el más rápido jamás registrado.
Por todo ello, las organizaciones que impulsan esta ICE exigen que estos pesticidas no sean empleados en nuestros campos o en nuestros jardines y parques. La UE debe establecer objetivos con plazos determinados para reducir la cantidad de plaguicidas peligrosos liberados en el medio ambiente.